Y ella dolorida y sola, suplico poder superar la situación. Cerró los ojos y suspiró. ¿A dónde se va la felicidad cuando el dolor llega? ¿A caso se transfiere a otra persona? Las lágrimas recorrían su tibio rostro, y forzada mente entendió, no es un castigo el sufrimiento, son sellos de fortaleza que apremian a tu corazón.
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